LA JUVENTUD DE HOY Y SUS CUALIDADES HUMANAS POR YASSIN KAOUD
“! PAPÁ NUNCA ME HAS DADO NADA!” dijo el menor de los hijos estudiante del tercer año de medicina en la Universidad San Martín, mientras su padre médico de profesión, estando postrado en el Hospital Rebagliati recuperándose de cinco intervenciones quirúrgicas, en las que estaba con un pie y medio en el otro mundo. Ya que mis sobrinos ni caso hicieron a mi carta, decidí por el día de la amistad que se aproxima, compartir esta carta personal con ustedes. Sin contarles lo peor que nos tocó vivir en la guerra.
Enviada: 28 Oct 2011. Lima.
DE: Yassin Kaoud.
Asunto: Queridos Sobrinos
En los tiempos modernos, se supone que con el pasar de los días la calidad humana debería evolucionar más en los jóvenes como es natural. Pero aparentemente en algunos jóvenes ,el sentido del reloj marcha al revés. ¿Por qué será? Pues habría que echar una mirada rápida a los motivos que ellos alegan que han padecido y sufrido con sus padres.
¿Acaso esta es una razón suficiente y convincente, que pueda justificar aquella dureza de corazón hacia sus propios padres?. Por eso quisiera comparar el grado de sufrimiento que ustedes dicen haber tenido, con el que me ha tocado a mí vivir durante mi niñez y adolescencia, la cual ha sido mucho más difícil, en la situación de refugiados que le ha tocado a mi familia padecer, despojados de sus propiedades y comenzar de cero a construir su hogar en otro país. Sin embargo no hemos llegado a este grado de indeferencia con nuestros padres. Claro que con esto no queremos decir que tienen ustedes que pasar lo mismo, porque los tiempos son diferentes y uno siempre desea lo mejor para sus hijos, familiares y seres queridos. Yo les deseo lo mejor a ustedes, de lo contrario no me atrevería a escribirles estas líneas.
La vida me ha enseñado, que el ser humano es capaz de superar muchos obstáculos y complejos de la niñez, aún cuando una persona haya tenido que soportar condiciones terribles como el hambre, la miseria, sin un hogar donde vivir y lamentándose ser analfabeto porque sus padres no le pudieron dar educación y salud.
Solo mirando alrededor de nosotros, veremos millones de casos reales donde los niños son exigidos por sus padres a trabajar bajo condiciones crueles, soportando temperaturas de frío, a veces bajo cero, estudiar con la luz de una vela, vivir en casas de estera, levantándose a las cinco de la mañana para juntar agua, en condiciones higiénicas casi nulas, caminar como una hora para llegar al colegio ida y vuelta durante la primaria y secundaria, sin tener opción de buscar la mejor escuela y contentarse con las escuelas donadas por la ONU, leer de libros prestados, con ropas humildes por la pobreza, sin la oportunidad de jugar como el resto de los niños.
Ante esta realidad tan dura, que como digo, desde el punto de vista de los jóvenes de hoy sería algo salvaje, muchos de ellos se han esforzado y han puesto de su parte para seguir estudios en una universidad nacional, porque eran concientes de que sus padres no podían sostener una carrera en una universidad particular. Pienso que lo primero que hace un padre, si tiene un trabajo y un sueldo, es comprar su casa y no sólo para vivir con la familia, sino también para garantizar que sus hijos no le abandonen a su suerte en su vejez. En el caso de su padre Ricardo, tengo entendido que si bien no compró una casa, optó por el alquiler de una de ellas pensando en su familia, y más bien invirtió en una “buena educación” a través del mejor colegio para sus hijos. En ese tiempo una educación básica (inicial, primaria y secundaria) se sostenía con cerca de 70 mil nuevos soles y una carrera en la universidad un promedio de 120 mil nuevos soles, por cada estudiante.
Chicos injustamente maltratados por sus padres y sus profesores, con golpes despiadados cuyos padres no han sido necesariamente drogadictos, ni alcohólicos, sino simplemente padres que no han podido superar los complejos vividos en su niñez y la dureza de su realidad de pobreza, porque no se han esforzado por instruirse lo suficiente educacionalmente, ni para enfrentar con coraje su realidad y superar lo antes vivido. Mi padre era un artesano albañil, tenía un carácter fuerte y de principios rígidos, yo sentía que me maltrataba, mis 11 hermanos y yo tuvimos que trabajar desde temprana edad a los 14 años, en trabajos físicos: cargando ladrillos, cemento, y agua desde las 7 de la mañana durante muchos años para poder tener estudios y lo logramos, siempre estábamos dispuestos a dar la vida por él, porque este es el valor y el sentido de la vida humana, el amor y la solidaridad y jamás lo habríamos hecho porque esperáramos algo a cambio. Después de ganar una beca de estudios en la universidad volví a ver a mi padres y no fue necesario pedirnos cuentas, bastó con las nuevas actitudes que asumimos de ambos lados, conversamos más tiempo como amigos, hice un trabajo de albañilería para él, es increíble el poder hacer algo que mi propio padre me enseñó y esta vez la obra era para él mismo. Recién valoré que las exigencias de mi padre no eran por el dinero sino para que nosotros sus hijos pudiéramos ser responsables y valernos por nuestros medios ya que nos enfrentaríamos a un mundo muy adverso. No había nada que perdonar, eso es lo que yo había comprendido.
Algunos dicen perdonar a sus padres pero en la práctica no se preocupan de su salud. Parece que quisieran olvidar el amparo que los padres nos dieron desde chicos, porque es más fácil guardarles rencor y justificar con este mal sentimiento, nuestro desamor y sobre todo librarnos de responsabilidades frente a ellos. Ya es hora de madurar como hombres y mujeres de verdad y entender la realidad que nos ha tocado vivir, ustedes como hijos de Ricardo, a las tías, a los abuelos y al cuñado.
No pueden avergonzarse de la enfermedad de su padre porque al fin y al cabo no ha sido un mal padre que los abandonó a su suerte desde niños como hacen muchos padres en el Perú y en cualquier sitio. No se puede negar que tuvo sus errores, desaciertos y vicios como cualquier ser humano. Nunca es tarde para recapacitar, rectificar y corregir. Dios (o la naturaleza) le está dando una nueva oportunidad hasta ahora. Por qué nosotros que somos menos que Dios no podemos darle también una oportunidad para darle la mano en lo que podamos, no se trata sólo de plata, y que todo es trabajo o estudio. Ayuda mucho la sola presencia de la familia. ¿Por qué él no puede tener también un horario en nuestras vidas?
Su Tío Luay.
¿Acaso esta es una razón suficiente y convincente, que pueda justificar aquella dureza de corazón hacia sus propios padres?. Por eso quisiera comparar el grado de sufrimiento que ustedes dicen haber tenido, con el que me ha tocado a mí vivir durante mi niñez y adolescencia, la cual ha sido mucho más difícil, en la situación de refugiados que le ha tocado a mi familia padecer, despojados de sus propiedades y comenzar de cero a construir su hogar en otro país. Sin embargo no hemos llegado a este grado de indeferencia con nuestros padres. Claro que con esto no queremos decir que tienen ustedes que pasar lo mismo, porque los tiempos son diferentes y uno siempre desea lo mejor para sus hijos, familiares y seres queridos. Yo les deseo lo mejor a ustedes, de lo contrario no me atrevería a escribirles estas líneas.
La vida me ha enseñado, que el ser humano es capaz de superar muchos obstáculos y complejos de la niñez, aún cuando una persona haya tenido que soportar condiciones terribles como el hambre, la miseria, sin un hogar donde vivir y lamentándose ser analfabeto porque sus padres no le pudieron dar educación y salud.
Solo mirando alrededor de nosotros, veremos millones de casos reales donde los niños son exigidos por sus padres a trabajar bajo condiciones crueles, soportando temperaturas de frío, a veces bajo cero, estudiar con la luz de una vela, vivir en casas de estera, levantándose a las cinco de la mañana para juntar agua, en condiciones higiénicas casi nulas, caminar como una hora para llegar al colegio ida y vuelta durante la primaria y secundaria, sin tener opción de buscar la mejor escuela y contentarse con las escuelas donadas por la ONU, leer de libros prestados, con ropas humildes por la pobreza, sin la oportunidad de jugar como el resto de los niños.
Ante esta realidad tan dura, que como digo, desde el punto de vista de los jóvenes de hoy sería algo salvaje, muchos de ellos se han esforzado y han puesto de su parte para seguir estudios en una universidad nacional, porque eran concientes de que sus padres no podían sostener una carrera en una universidad particular. Pienso que lo primero que hace un padre, si tiene un trabajo y un sueldo, es comprar su casa y no sólo para vivir con la familia, sino también para garantizar que sus hijos no le abandonen a su suerte en su vejez. En el caso de su padre Ricardo, tengo entendido que si bien no compró una casa, optó por el alquiler de una de ellas pensando en su familia, y más bien invirtió en una “buena educación” a través del mejor colegio para sus hijos. En ese tiempo una educación básica (inicial, primaria y secundaria) se sostenía con cerca de 70 mil nuevos soles y una carrera en la universidad un promedio de 120 mil nuevos soles, por cada estudiante.
Chicos injustamente maltratados por sus padres y sus profesores, con golpes despiadados cuyos padres no han sido necesariamente drogadictos, ni alcohólicos, sino simplemente padres que no han podido superar los complejos vividos en su niñez y la dureza de su realidad de pobreza, porque no se han esforzado por instruirse lo suficiente educacionalmente, ni para enfrentar con coraje su realidad y superar lo antes vivido. Mi padre era un artesano albañil, tenía un carácter fuerte y de principios rígidos, yo sentía que me maltrataba, mis 11 hermanos y yo tuvimos que trabajar desde temprana edad a los 14 años, en trabajos físicos: cargando ladrillos, cemento, y agua desde las 7 de la mañana durante muchos años para poder tener estudios y lo logramos, siempre estábamos dispuestos a dar la vida por él, porque este es el valor y el sentido de la vida humana, el amor y la solidaridad y jamás lo habríamos hecho porque esperáramos algo a cambio. Después de ganar una beca de estudios en la universidad volví a ver a mi padres y no fue necesario pedirnos cuentas, bastó con las nuevas actitudes que asumimos de ambos lados, conversamos más tiempo como amigos, hice un trabajo de albañilería para él, es increíble el poder hacer algo que mi propio padre me enseñó y esta vez la obra era para él mismo. Recién valoré que las exigencias de mi padre no eran por el dinero sino para que nosotros sus hijos pudiéramos ser responsables y valernos por nuestros medios ya que nos enfrentaríamos a un mundo muy adverso. No había nada que perdonar, eso es lo que yo había comprendido.
Algunos dicen perdonar a sus padres pero en la práctica no se preocupan de su salud. Parece que quisieran olvidar el amparo que los padres nos dieron desde chicos, porque es más fácil guardarles rencor y justificar con este mal sentimiento, nuestro desamor y sobre todo librarnos de responsabilidades frente a ellos. Ya es hora de madurar como hombres y mujeres de verdad y entender la realidad que nos ha tocado vivir, ustedes como hijos de Ricardo, a las tías, a los abuelos y al cuñado.
No pueden avergonzarse de la enfermedad de su padre porque al fin y al cabo no ha sido un mal padre que los abandonó a su suerte desde niños como hacen muchos padres en el Perú y en cualquier sitio. No se puede negar que tuvo sus errores, desaciertos y vicios como cualquier ser humano. Nunca es tarde para recapacitar, rectificar y corregir. Dios (o la naturaleza) le está dando una nueva oportunidad hasta ahora. Por qué nosotros que somos menos que Dios no podemos darle también una oportunidad para darle la mano en lo que podamos, no se trata sólo de plata, y que todo es trabajo o estudio. Ayuda mucho la sola presencia de la familia. ¿Por qué él no puede tener también un horario en nuestras vidas?
Su Tío Luay.
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
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