domingo, febrero 26, 2023

Antes de que baje el telón...

 

Antes de que baje el telón, sé el protagonista de tu historia, no un capítulo en la vida de otro.  

Fanny Jem Wong


@fannyjemwongm

Antes de que baje el telón, sé el protagonista de tu historia, no un capítulo en la vida de otro. Fanny Jem Wong

♬ Calm - Relaxing Music

 

Antes de que baje el telón, sé el protagonista de tu historia, no un capítulo en la vida de otro.  

Fanny Jem Wong

sábado, febrero 25, 2023

Poema del renunciamiento por José Ángel Buesa.

Poema del renunciamiento por José Ángel Buesa.

 

Poema del renunciamiento por José Ángel Buesa. 

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeralda de mar;
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento
-el tormento infinito que te debo ocultar-
te diré sonriente: "No es nada... Ha sido el viento."
Me enjugaré la lágrima... y jamás lo sabrás.

(Cuba, 1910 – 1982)

lunes, febrero 06, 2023

Eureka por Marco Martos

Eureka por Marco Martos

Eureka por Marco Martos

Hierión, rey de Sicacusa, recibió de un orífice una corona de oro. Tuvo entonces una corazonada, pensó que el magnífico regalo tal vez no era totalmente hecho del amarillo metal precioso. Buscó entonces a Arquímedes, en quien mucho confiaba a la hora de resolver cuestiones enojosas, y puso así en apuros al científico estudioso, quien naturalmente, para averiguar lo preguntado, no podía estropear la joya.

Las relaciones entre el severo rey y el científico, no eran muy buenas. El monarca le reprochaba, silenciosamente, que hubiera sido muy preciso en destruir algunos barcos romanos que había asediado las murallas de la ciudad. La cuestión era muy compleja. En plenas guerras púnicas, Siracusa guardaba neutralidad por conveniencia política, aunque muchos de sus ciudadanos simpatizaban con Cartago, Arquímedes entre ellos, que era muy notable por sus conocimientos de las ciencias básicas con aplicación a la realidad.

Los romanos, hábiles políticos, sabían todo lo que pasaba en Siracusa y decidieron tomar la ciudad, cercando desde el mar las murallas que defendían a la población. Arquímedes montó enormes espejos curvos en las murallas y destruyó a las naves romanas que asediaban Siracusa. El sabio resultó beneficiado de las horas escogidas por los romanos, cercanas al mediodía. Si el asalto hubiera sido organizado por la tarde, el sistema de espejos curvos no hubiera servido. Pero el destino es así, hace lo que quiere y después vienen los científicos o los hechiceros y acomodan a los acontecimientos su buen decir.

Arquímedes, en el asunto de la corona, valgan verdades, no sabía qué hacer. Conocía, sí, que el cobre y la plata era más ligeros que el oro y que si el orfebre hubiera añadido cualquiera de esos metales a la corona, ocuparían un volumen mayor que el del peso equivalente de oro.

Ese día de verano hacía mucho calor y Arquímedes siguió pensando en el desafío que tenía en los baños públicos. Se sumergió en una tinaja llena y observó como rebosaba en agua. De pronto dio un salto, impulsado como un resorte: se había dado cuenta de que su cuerpo desplazaba agua fuera de la bañera, y pensó, naturalmente, que el volumen del agua desplazado tenía que ser igual al volumen de su cuerpo. La conclusión estaba lista: para saber el volumen de cualquier cosa basta medir el volumen del líquido desplazado. De golpe había descubierto el principio del desplazamiento. Sabido esto, pudo más tarde, establecer con exactitud que la corona de oro tenía también cobre y plata. Pero en ese momento, tomado por el entusiasmo, salió desnudo y empapado y se marchó así a su casa, causando asombro a los viandantes mientras gritaba: “Eureka, Eureka” la palabra griega que significa, “Lo encontré, lo encontré”.

Cuando murió Hierión, asumió el poder un grupo cercano a las posiciones de Cartago y entonces Roma decidió invadir la ciudad con un ejército numeroso a las órdenes del general Marcelo, quien dio expresas órdenes de respetar la vida de Arquímedes. Un soldado lo encontró, perdida toda esperanza, refugiado en la búsqueda de solución de un problema matemático. Hay versiones diferentes sobre la muerte de Arquímedes, unos dicen que, abstraído como estaba, no escuchó los requerimientos del soldado que lo conminaba a marchar con él. Otros sostienen que el soldado, que tenía una diferencia con Marcelo, hizo justamente lo contrario de lo que el general había ordenado. Por último, la versión más difundida dice que el soldado no reconoció al científico y lo mató sin contemplaciones pues le pareció un hombre extraño que escribía números en el piso mientras la ciudad estaba en plena convulsión.

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